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Tony Hernández-PérezTony Hernández-Pérez
Vicedecano del Grado en Gestión de Información
y Contenidos Digitales. UC3M
tony@bib.uc3m.es

La Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) oferta, desde el curso 2017-2018, un nuevo Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales. Más que una adaptación del antiguo Grado en Información y Documentación (GID), del año 2008, se trata de una adecuación a nuevas demandas de la sociedad relacionadas con la transformación digital que estamos viviendo. Los estudios del Grado en Información y Documentación vieron la luz a partir del Libro Blanco del Título de Grado en Información y Documentación, aprobado en 2004 por la ANECA, fue aprobado con amplio consenso entre las distintas facultades y escuelas, y aún vigente en algunas universidades.

El nuevo título del que ahora hablamos nació en un contexto institucional, nuestra universidad, y geográfico, la Comunidad de Madrid, que lógicamente difiere de cualquier otro. Con esto se quiere decir que la situación que afrontamos y la propuesta que hicimos no es la única solución ni sirve para todas las facultades y escuelas con estudios de Documentación en España. Cada universidad deberá analizar su propio contexto y buscar su propio perfil, si es que desea cambiar algo su plan de formación para profesionales de la información y la comunicación. En las próximas líneas se describen, brevemente, las causas que provocaron el cambio, los resultados de los tres primeros cursos y algunos de los retos que quedan por cumplir.

Un rápido y creciente declive

Las dos razones principales de la UC3M para suprimir el título de Grado en Información y Documentación (GID) fueron: la alta tasa de abandonos, estudiantes que no finalizaban la carrera, y la caída pronunciada y progresiva del número de estudiantes que demandaban realizar los estudios. En el modelo presencial, pasamos de 45 nuevos estudiantes en 2010-2011 a sólo 15 en el curso 2015-2016. La nota media de acceso durante esos cursos fue aproximadamente de 6,795 y la nota de corte, la nota mínima para acceder a los estudios, era de 5. Los estudiantes, además, no elegían la carrera en primera opción, sólo 12 de 45 en el 2010-2011 y 6 de 15 en el 2015-2016, un indicador de estudiantes no muy motivados hacia los estudios que elegían.

Esta caída de la demanda ha sido parecida en la práctica totalidad de las universidades con nuestros estudios y cada facultad ha ido sorteando esta caída generalizada de acuerdo a sus posibilidades. En general, la solución mayormente adoptada ha sido la creación de dobles grados con otras titulaciones y/o pequeñas modificaciones a los planes de estudio. Siendo un problema común quizás las causas también sean comunes. Las altas tasas de abandono casi siempre se explican por la poca motivación de los estudiantes a la hora de elegir la carrera que desean estudiar y tiene una relación casi directa con bajas notas de acceso y corte para el acceso a los estudios.

Para analizar las causas del descenso en la capacidad de atraer nuevos estudiantes habría que hacer un estudio en profundidad, pero la caída de la demanda de estudiantes coincidió con la subida de tasas universitarias (casi un 40% en la Comunidad de Madrid), con la agudización de la crisis económica y el consiguiente frenazo a la contratación en el sector público, lo que junto a la precarización de los salarios, puede haber mermado el atractivo laboral que resultaba decisorio en la elección de los posibles estudiantes.

Y no se puede descartar como otra posible causa la “percepción” de nuestros estudios por parte de los estudiantes más jóvenes. Las tecnologías de la información han revolucionado la forma de producir, buscar, gestionar y conservar la información. Acertada o equivocadamente los jóvenes no perciben el rol de las bibliotecas como intermediarias de la información. Las nuevas generaciones tienen exceso de información al alcance de los dedos de sus móviles y están acostumbrados a que la información, de una forma u otra, sea gratis y no sea un problema encontrarla y ni siquiera se plantean su calidad ni la fiabilidad de sus fuentes. Para ellos la biblioteca representa un excelente espacio público y cultural, que mayormente sirve para estudiar, y su función como agente conservador del patrimonio cultural les resulta poco atractivo como lugar de trabajo, como profesión que ejercer.

Renovarse, para no morir

Fueran cuales fueran las causas, las autoridades académicas de la UC3M propusieron al departamento de Biblioteconomía y Documentación un rediseño profundo de los planes de estudio. Un amplio grupo de profesores del departamento realizó un estudio preliminar sobre la viabilidad de un nuevo grado tomando como una de las referencias principales el “Libro Blanco para el Diseño de Titulaciones Universitarias en el Marco de la Economía Digital”, de 2015. Este libro blanco destacaba la falta de programas formativos universitarios específicos para el desarrollo de contenidos digitales y la importancia de que los programas en ámbitos creativos y tecnológicos tuviesen un marcado carácter transversal y multidisciplinar.

El estudio preliminar también hacía un análisis de perfiles, de competencias y de las tendencias en las denominaciones y planes de estudios de otras escuelas en Europa y Estados Unidos. Este estudio sirvió de base para los trabajos de una comisión interna más pequeña, para ser más operativa, asesorada por un pequeño grupo de profesionales y profesores externos a la UC3M. El resultado fue un plan de estudios diseñado para lograr un perfil de egresado múltiple: gestores de contenidos digitales, gestores de redes sociales y redactores/ editores web y analistas de activos y marketing digital.

Fig 1: Asignaturas del plan de estudios del Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales de la Universidad Carlos III de Madrid

Fig 1: Asignaturas del plan de estudios del Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales de la Universidad Carlos III de Madrid

Desde el principio se intentó diseñar un plan de estudios con un enfoque transversal, interdisciplinar, partiendo desde cero, sin constricciones respecto a las asignaturas existentes en el curriculum anterior. La idea era poder responder a la demanda de las organizaciones, de contar con profesionales que las ayuden a prosperar en un mundo cada vez más digital. Profesionales no sólo capaces de gestionar información digital sino de analizarla, preservarla y explotarla mediante su difusión a través también de los nuevos medios digitales, sitios web y/o redes sociales. Por eso el plan se abrió mucho más a otras áreas y cuenta con asignaturas que imparten los departamentos de estadística, economía de la empresa, informática o derecho.

Con todos los riesgos que implica abarcar mucho, se intenta que los estudiantes salgan con un perfil en el que conozcan aspectos básicos del funcionamiento de las empresas y las organizaciones públicas (sociología de las organizaciones, fundamentos de administración de empresas, transparencia y administración electrónica, gestión de información…). En este sentido, las bibliotecas y archivos son consideradas, simplemente, como un tipo más dentro de las organizaciones y no como los casi únicos tipos de organización a estudiar.

Al mismo tiempo, el plan de estudio procura que los estudiantes conozcan, comprendan y se manejen bien con las tecnologías de la información. No se pretende formar programadores ni informáticos pero sí profesionales capaces de ser independientes, hasta un nivel intermedio, para crear y gestionar información digital (sistemas de gestión de contenidos, lenguajes de marcado, bases de datos, sistemas de recuperación de información, técnicas de programación web, conservación y preservación digital, gestión electrónica de documentos…).

Y, por supuesto, en estos tiempos de big data, no sólo que tengan capacidad de análisis estadístico (estadística, hojas de cálculo avanzadas, técnicas métricas de información o análisis exploratorio de datos) sino que sepan aplicar esos análisis para favorecer la comunicación y la visibilidad de las organizaciones para las que trabajan (arquitectura de la información, marketing digital, visualización de la información, analítica y posicionamiento web, redes sociales y comunidades virtuales, etc.).

El plan se complementa con asignaturas optativas y transversales que al final de la carrera pueden permitir a los estudiantes profundizar en algunas de las grandes líneas bien relacionadas con la importancia de los datos (datos abiertos, big data, ciencia de datos, análisis de mercados…), bien con aspectos más relacionados con el marketing (gestión de la marca, creatividad y diseño, emprendimiento digital) o con temas más vinculados al ámbito más bibliotecario o archivístico (metadatos avanzados, paleografía digital, alfabetización digital…) y seminarios cuyo contenido puede variar cada dos o tres años, con el fin de cubrir áreas de conocimiento que pueden no quedar cubiertas o que pueden aparecer nuevas.

Un caso de éxito: la importancia del nombre

Una de las grandes discusiones en el diseño del plan fue el nombre que se debía dar a la nueva titulación. En reformas anteriores perdimos la palabra “biblioteconomía”, en esta perdemos “documentación” y algunos querían que el nombre contuviese sólo los términos “contenidos digitales”. Finalmente el consenso llegó con un nombre algo largo pero que creemos que logra retener la esencia de a lo que nos dedicamos (gestión de la información) y transmitir la idea de que sabemos adaptarnos y no hay una sola forma ni formato de información (contenidos digitales).

Llevamos sólo tres cursos y aún no hay ninguna promoción de estudiantes que ya se haya incorporado al mercado de trabajo. Por tanto, el balance que hacemos sólo puede ser provisional. Los datos que tenemos hasta ahora nos hacen ser optimistas: aumento de la demanda del número de estudiantes que quieren estudiar el nuevo grado, aumento de las notas medias de acceso y de corte de los nuevos estudiantes, tasas de abandono cercanas a cero, aumento sustancial de la movilidad internacional de los estudiantes y encuestas de satisfacción de los estudiantes en la media de la universidad, con una valoración alta.

En el primer curso en que se impartieron los estudios, curso 2017-2018, la demanda de estudiantes que solicitaron estudiar el nuevo grado como primera opción fue del 117,5% con una tendencia creciente hasta llegar al 167,5% en el actual curso 2019-2020. Quiere decir, que si se ofertan 40 plazas, hay 67 personas solicitando una plaza en primera opción, casi la mitad procedentes de fuera de la Comunidad Autónoma de Madrid.

  2017-2018 2018-2019 2019-2020
Nota media de acceso 9,212 10,948 11,331
Nota de corte 7,683 9,942 10,306

Tabla 1: Notas medias de acceso y de corte al Grado en Gestión de la Información y Contenidos Digitales en la UC3M

Como puede observarse, desde el primer curso, la nota de corte pasó del 5, nota mínima para acceder a la universidad española, a un 7,683 hasta el 10,306. La nota de corte representa la nota mínima, o sea, la nota del último estudiante admitido en el grado. Y la nota media de acceso, la nota media calculada de todos los estudiantes admitidos en el grado, pasó de menos de un 7 a 9,212 en el primer curso y a un 11,331 en el curso actual.

Estas calificaciones son indicadores de alumnos muy motivados a estudiar el grado, a mayor nota de acceso, mayor probabilidad de que los estudiantes hayan elegido ese grado en primera opción (el 100% desde el primer curso) y mejores estudiantes, más dispuestos a aprender. Hay dos indicadores más que invitan al optimismo: uno, la tasa de abandono de los estudiantes de tercer curso, prácticamente cero, lo que significa que los estudiantes se siguen sintiendo motivados para acabar la carrera. Dos, la movilidad internacional, con más del 10% de los estudiantes saliendo fuera para realizar estancias Erasmus y movilidades no europeas.

Retos y reflexiones

Estas primeras impresiones, optimistas, no nos impiden ser prudentes. Aún falta por ver cómo administraciones públicas, incluyendo museos, archivos bibliotecas y centros de documentación, y empresas privadas acogen e incorporan a alumnos con esta formación al mercado de trabajo. Uno de nuestros retos más inminentes, y que invita a la reflexión, son las prácticas obligatorias que tienen que realizar los estudiantes. La mayoría de ellos no desean, al menos de entrada, realizar prácticas en bibliotecas o archivos, lo que nos está forzando a abrir nuestro espectro de relaciones y buscar convenios con empresas. Nuestra sorpresa está siendo que, por ahora, muchas empresas de muy diferentes sectores están acogiendo con agrado estudiantes para hacer prácticas relacionadas con sus redes sociales, con posicionamiento web o con creación de contenidos para la web.

Para los profesores el nuevo plan de estudio les ha forzado a realizar un esfuerzo de reciclaje o, al menos, de renovación de contenidos. En algunos casos, asignaturas más “tradicionales”, como catalogación o paleografía y diplomática, por ejemplo, han prácticamente desaparecido, lo que ha obligado a bien reorientar su docencia hacia otros temas o bien a innovar completamente en las asignaturas, como puede ser el caso de paleografía digital, cuyos contenidos, ofertados también a distancia en forma de MOOC, son más que recomendables.

No está siendo un reto sólo para los profesores de ese tipo de asignaturas sino para todos. Si bien la mayor parte de nuestros ejemplos en clase siguen girando alrededor de los servicios de bibliotecas, archivos y museos, ahora son nuestros estudiantes los que nos exigen abrir el foco hacia ejemplos en otro tipo de organizaciones y en nuevos servicios, más allá de las bibliotecas, archivos o museos. A muchos profesores, por un lado, les causa satisfacción enfrentarse a estos nuevos retos, por otro, también les causa cierta inquietud que este viraje hacia una formación más aplicada a las ciencias sociales y al uso intensivo de las tecnologías orille una formación humanística más reflexiva y menos aplicada.

Aún falta mucho por hacer, el próximo curso comenzaremos a impartir algunas de nuestras asignaturas en inglés y en español, con el fin de favorecer la movilidad de estudiantes de otros países con programas de estudios parecidos hacia nuestra universidad y abrir así nuevas oportunidades de movilidad a nuestros alumnos. La integración de casi un 40% de asignaturas que son impartidas por profesores de otros departamentos nos obliga a hacer continuos esfuerzos para intentar explicar con qué perfil queremos que salgan nuestros estudiantes.

Tres años después desde este profundo cambio algunas facultades han realizado o planean realizar también cambios en el plan de estudios y algunos incluso también en el nombre de la titulación. Será difícil que vuelva a haber un acuerdo sobre una denominación común para la titulación, parece más bien que cada facultad deberá ir orientándose a buscar y definir su propio perfil, más centrado en archivos históricos, en gestión de colecciones con objetos físicos, que aún siguen y seguirán siendo muy importantes. No somos los únicos, se pueden ver titulaciones de biotecnología y bioinformática o biomedicina, bioquímica o biología molecular en donde los contenidos son también muy parecidos a pesar de la diversidad de las denominaciones.

Somos conscientes de las incertidumbres que el cambio de orientación y de nombre puede suponer para la identidad de la profesión. También los profesores sentimos esas incertidumbres. Intentamos hacer un cambio no para que todo siga igual sino para intentar reforzar esa identidad, para formar estudiantes conscientes del patrimonio cultural, en formato físico y ahora también digital, que pueden existir en todas las organizaciones y para devolver a la sociedad profesionales capaces y conscientes del valor de la información, en todas sus formas, como medio de transmisión de nuestra cultura. Y es que, como decía Benedetti, “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”.