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Joaquín León Marín
Director Fundación Dialnet

 

Yo, mi, me… comenzamos hablando de uno mismo

Agradezco a la SEDIC que me haya invitado a participar en un espacio en el que puedo aportar una visión personal en torno a nuestra profesión. Pertenezco a una generación que al acabar su licenciatura aún elaboraba sus trabajos con una máquina de escribir mecánica. Las computadoras en la universidad que yo conocí eran cosa de cuatro iniciados (¡esos locos de matemáticas!), y en el ámbito de las humanidades que me tocó vivir (sí, soy un profesional intruso), eran inexistentes. Estoy confesando que peino canas hace muchos años, pero el objetivo es poner el acento en la tan manida trasformación del mundo que nos ha tocado vivir y trasladarla a la profesión que elegí hace ya unas décadas.

La mayor parte de mi carrera profesional ha transcurrido en la Academia, tratando de dar servicios de calidad a estudiantes e investigadores, sintiendo que, junto al equipo humano con el que he trabajado, hemos tenido “algo que ver” en los procesos de aprendizaje y en los progresos investigadores de nuestros usuarios. El haber estado rodeado de un magnífico equipo de compañeras ha sido vital para desarrollar mi actividad en este entorno universitario, tanto en la Biblioteca como en la Fundación Dialnet.

Hay colegas que piensan que tengo un perfil de bibliotecario tecnólogo, tal vez porque he estado empujando proyectos que se sustentan en la tecnología; pero nada más lejos de la realidad. De hecho, tecnológicamente he evolucionado poco y sigo usando las mismas herramientas que comencé a usar hace casi tres décadas, destacando una aplicación ofimática básica para construir bases de datos relacionales, que ha sido un banco de pruebas para imaginar sueños y luego hacerlos realidad.

Los desarrollos tecnológicos importantes en los que me he involucrado siempre han corrido a cargo de profesionales de la informática, que son los que cuentan con la preparación para ello. Me he limitado a plantearles problemas (constantemente) y, si tienes la suerte de que te entiendan y tengan la capacidad de resolverlos, se pueden construir herramientas maravillosas.

Cooperación bibliotecaria, tecnologías… esos oscuros objetos del deseo

Si tuviera que simplificar mucho y escoger dos factores que están en el ADN de esta profesión, yo destacaría la vocación de servicio y la cooperación. La vocación de servicio nos lleva a decir “SI” con mucha frecuencia cuando nos plantean nuevos retos (y cuando no nos los plantean, se podría decir que también somos proactivos).

Y en el tema de la cooperación, durante muchos años, hemos predicado mucho y hemos hecho cosas muy interesantes antes de que la tecnología haya facilitado la práctica colaborativa a todos los sectores profesionales, y a la ciudadanía en general. Y al contar con tecnología, la senda de la cooperación tiene un horizonte mucho más amplio, se pueden abordar cuestiones que antes eran impensables.

En relación con la tecnología y el uso que le hemos dado, no todo son parabienes, ya que también considero que hemos perdido algunas oportunidades. Probablemente seamos un colectivo que empezó más temprano que otros la senda de la automatización, al menos dentro de la Administración. Al fin y al cabo, nuestra materia prima (las publicaciones y los metadatos estupendamente normalizados) se prestaba mucho a ser objeto del deseo de las empresas dedicadas a elaborar aplicaciones. Pero también siempre he tenido la sensación de que, en general, y tal vez por ser de alguna manera pioneros, hemos invertido un exceso de tiempo y de recursos en la implantación de tecnologías, sin haber sabido poner en práctica suficientemente nuestro espíritu colaborador en esos procesos. También es cierto que hace unos años había que ser excesivamente visionario para articular respuestas distintas a las que se fueron dando, y la tendencia ha sido la de crear islas tecnológicas.

¡Vamos a morir!

Antes de continuar con el tema de la cooperación, me voy a poner un poco grave y voy a simplificar “un poquito”. Como cualquier actividad profesional, los bibliotecarios hemos sufrido crisis constantes, crisis en el sentido de cambios. El devenir del conocimiento ha ido teniendo ciclos de vida que condicionan, y a su vez se han visto condicionados, por los medios de transmisión de ese conocimiento y sus distintos soportes.

Pero en estos momentos, tal vez el concepto de crisis vaya más allá del de ese sentido de cambio. En las bibliotecas académicas y especializadas estamos confundidos, desorientados… coincido con bastantes colegas en que se aprecia una necesidad de encontrar un nicho más seguro. En muy pocos años, los estudiantes han cambiado sus hábitos, y ya no les interesa lo que tenemos en las estanterías. ¡Con lo que nos ha costado describir, clasificar, ordenar, tejuelar… ahora resulta que buscan el conocimiento en la red y sólo reclaman una silla, una climatización adecuada…! Y no hablemos de los investigadores, que antes los teníamos presentes a todas horas, y ahora casi ni los conocemos, más allá de cuando necesitan ayuda puntual con los sexenios… ¡Vamos a morir!

¿Las bibliotecas vamos a morir? Claro que no, pero hay que “espabilarse”. Y la cooperación, esa bandera en la que nos hemos envuelto siempre, puede ser una de las “tablas de salvación”.
Y esto me permite hablar de mi libro, me permite hablar desde el punto de vista de mi dedicación profesional. Es decir, no voy a hablar de la cooperación de manera objetiva, sino de manera apasionada. Y lógicamente no puedo reprimir el deseo de hablar de Dialnet.

Dialnet como excusa para hablar de la cooperación

Creo que es bien sabido que Dialnet nace para paliar unos problemas locales que teníamos en la biblioteca de una universidad pequeña. Las bibliotecas grandes parecían tener recursos para solucionar sus problemas, pero las pequeñas, o nos uníamos o lo teníamos difícil para solucionarlos. En todo caso, también nació por “cabezonería”, por alcanzar un reto por el que nadie “daba un duro”.

Dialnet es la prueba de que, con unos recursos modestos, se pueden satisfacer bien algunas necesidades de los usuarios. Es la prueba de que el trabajo colectivo en una única base de datos tiene unos resultados muy eficientes.

Dialnet trató de sustituir a los boletines de sumarios que elaborábamos en los años 90, pero desde el principio tuvo otras metas más ambiciosas en el horizonte.

Algunos factores clave de los orígenes del proyecto, que han sido fundamentales para la posterior evolución, fueron diversificar las tipologías documentales y establecer unas relaciones ricas y una normalización ajustada a los recursos que había. Y esto hay que ponerlo en valor, porque eran aspectos que no parecían necesarios cuando el principal objetivo era elaborar alertas informativas a partir de sumarios de revistas. Entre todas estas cuestiones, la normalización de los autores fue la que luego se demostró más visionaria. Pero había mucho de visionario en el momento en el que se construyó la base de datos inicial; hasta llegamos a dar cabida a una tabla dedicada a recoger las referencias bibliográficas de los artículos, tabla que denominábamos entonces “Citas” y que nunca llegamos a usar (ahora que hemos retomado esa idea, podemos ver aquellas visiones iniciales con una sonrisa).

Ese espíritu visionario del principio fue algo colectivo, y en él tuvo mucho que ver Eloy Lafuente, el informático que diseño la base de datos y desarrolló Dialnet, y que durante mucho tiempo ha permanecido oculto. Su dedicación y empuje fueron decisivos en un contexto inicial en el que no había muchos elementos favorables a la puesta en marcha del proyecto.

Estamos ya en el año 2002: habíamos sentado las bases de Dialnet y habíamos empezado a introducir contenidos. Pero, sin la participación de otras bibliotecas (y en ese punto siempre deberemos estar eternamente agradecidos a los visionarios regidores de dos bibliotecas de regiones cercanas), el proyecto se hubiera quedado en una bonita idea. Ha entrado en escena la cooperación.

La cooperación en torno a una única base de datos permitía y sigue permitiendo sumar pequeños esfuerzos de muchas bibliotecas en un proyecto común. En ese año 2002 ya estábamos trabajando en la nube, cuando el concepto de nube no existía todavía.

Ese concepto de una base de datos única, robusta, con muchas relaciones, es el que preside la elaboración de los dos referentes (Scopus y WOS) que reciben millonarias aportaciones económicas de los gobiernos (también del Gobierno de España), en aras de que los investigadores puedan encontrar información pertinente. Y preside también proyectos internacionales de cooperación bibliotecaria (WorldCat…).

Es un concepto de base de datos que se puede construir en la nube, sin que las bibliotecas que participan tengan que invertir un solo euro en instalar (y luego mantener) unas aplicaciones locales. Y se contrapone al concepto de recolector de pequeñas bases de datos locales (islas tecnológicas que confluyen en un sistema común que las cosecha).

Es un concepto que democratiza la participación de las bibliotecas en el modelo colaborativo, ya que cualquier biblioteca, sea grande o pequeña, disponga o no de recursos informáticos propios, puede “subirse al carro de la cooperación”. Y es un concepto muy eficiente.

Dialnet es suficientemente conocido como para extendernos en su descripción, pero quiero destacar su faceta en relación con la cooperación bibliotecaria. Como señalaba antes, es uno de los ejemplos en los que hay que fijarse cuando se habla de posibles revulsivos a la crisis de las bibliotecas. La buena valoración que hacen los usuarios y las millonarias visitas que recibe, vienen a demostrar que la actividad de las bibliotecas sigue siendo fundamental.

Quiero dejar constancia también de una idea en torno a la cooperación bibliotecaria, en el sentido de que los proyectos cooperativos, en mi opinión, beben tener un liderazgo, pero quien ejerce el liderazgo debe adoptar una aptitud modesta y debe ceder el protagonismo a quienes participan, a las bibliotecas, porque son ellas las que deben hacerse imprescindibles en sus instituciones: estamos hablando de la cooperación como una de las tablas de salvación de las bibliotecas.

Una cooperación en evolución: renovarse o morir

En estos momentos, en los que se está aumentando el peso de la cooperación bibliotecaria dentro de Dialnet, el proyecto está en un periodo de reflexión, de transformación y de nuevas apuestas.

Estamos reflexionando

La reflexión está ligada sobre todo a los contenidos, a definir aquellos contenidos que son los más pertinentes para los potenciales usuarios. Desde el comienzo del proyecto, por aquello de que el objetivo primario era la emisión de alertas informativas, se incluyeron todo tipo de revistas, por supuesto casi todas las publicadas en España, pero también muchas revistas extranjeras.
Aunque en la actualidad el entorno cooperativo es amplio (en torno a 100 bibliotecas colaborando), sería impensable abarcar la indización del universo de las revistas extranjeras. Además, quedan muchas cosas por hacer si queremos mejorar los metadatos de los contenidos de las publicaciones españolas: faltan algunos títulos de revistas, algunas revistas se encuentran incompletas…. Y hay otros tipos de documentos que también reclaman la atención de los investigadores, especialmente los capítulos de libros colectivos y aportaciones a congresos. Tampoco podemos olvidarnos de las monografías que, hasta ahora, estaban en un plano secundario, pero se están demostrando cada vez más vitales si se quiere completar el perfil curricular de los investigadores y a la hora de determinar las citas que reciben los investigadores a sus publicaciones: los libros son las publicaciones que más citas reciben en Dialnet.
Pero esta reflexión debe de ser una reflexión hecha en el seno de las bibliotecas que participan en el proyecto: son las bibliotecas las que deben marcar el rumbo que quieren en materia de contenidos para sus actividades cooperativas.

Nos estamos transformando

En el capítulo de cambios podríamos destacar dos cuestiones recientes:

  • Una apuesta por normalizar las afiliaciones de los investigadores en aras a disponer en un futuro de un mapa de colaboraciones entre instituciones.
  • Y sobre todo una apuesta por profundizar en el análisis de las referencias bibliográficas, lo que nos lleva a un proyecto con entidad propia como es Dialnet Métricas. Voy a profundizar un poco más en este proyecto.
    Dialnet Métricas hereda la iniciativa que en su día tuvo In-Recs, de cara a elaborar un índice de impacto de las revistas españolas de ciencias sociales y humanidades (que hemos bautizado como IDR), pero sobre todo explora la presentación de otros indicadores basados en las citas que recibe cada una de las publicaciones y, en consecuencia, las citas que recibe cada investigador.

Dialnet Métricas supone un salto cualitativo importante en el proceso de cooperación bibliotecaria, porque ya no estamos elaborando unicamente una base de datos bibliográfica en la que los investigadores pueden hacer búsquedas. Ahora, entre todos, también elaboramos indicadores objetivos en base a las citas recibidas y, en la medida que los investigadores españoles dentro de Dialnet están bastante bien estructurados en áreas de conocimiento, y asociados a sus instituciones, esos indicadores pueden dar mucha información más allá de los individuos.

En estos momentos, la cooperación bibliotecaria en lo que se refiere a Dialnet Métricas está en una fase inicial, ya que a finales de enero de 2020 se ha iniciado una prueba piloto en la que participan 18 bibliotecas universitarias. Y una vez finalice ese “pilotaje”, el proyecto quedará abierto a la participación de todas las bibliotecas; y eso puede suponer un salto cuantitativo importante.
Un proyecto de estas características no se puede concebir fuera de un entorno de cooperación, ya que ninguna biblioteca, por grande que sea, puede abordar en solitario una empresa de estas dimensiones. Y son los proyectos de este tipo los que nos permiten sacar pecho a los bibliotecarios, al poder dar soluciones a problemas que nos plantean nuestros usuarios en el seno de nuestras instituciones. Son estos proyectos los que nos pueden dar una idea de que la muerte de las bibliotecas todavía está lejos.

Estamos haciendo nuevas apuestas

Pero aquí no se acaba esto: la cooperación aún tiene más recorrido dentro de Dialnet.

Antes comentaba que la normalización de los autores fue una decisión que se demostró realmente visionaria en los orígenes del proyecto, ya que permitió que ahora cada investigador disponga de una página con una enorme riqueza en el plano curricular. Ciertamente, la página que dedicamos a un autor, cuando hablamos de investigadores de humanidades y ciencias sociales, difícilmente la vamos a encontrar en otras bases de datos con la riqueza que tiene en Dialnet.
Sin embargo, la riqueza de esas páginas de autor lleva a los investigadores a demandar constantemente una actualización completa de la información. Puesto que se trata de una página que es tomada como referencia, lo que quieren es completarla al máximo, a ser posible ellos mismos. Y aunque nos gustaría poder satisfacer las demandas de completitud de esas páginas, la realidad es que Dialnet carece de la flexibilidad necesaria para hacerlo.

¡Pero eso no es una respuesta válida! En el terreno de la tecnología no hay excusas que valgan: si tenemos un problema hay que buscarle una solución. Y buscando soluciones, hemos hecho nuevas apuestas, yendo más allá del Dialnet que conocemos ahora, y tratando de resolver de paso otros problemas que se detectan en el panorama nacional a la hora de dar visibilidad a los resultados de la investigación.

Son cientos los grupos de investigación que en España han intentado configurar una página con la que presentarse al mundo. Algunos lo han hecho dentro de la web de su institución y otros han buscado otras soluciones externas, algunos han elaborado páginas modestas y otros han invertido importantes recursos. Pero finalmente, el talón de Aquiles de muchas de estas páginas ha sido la actualización de las publicaciones, que, cuando está en manos de los propios investigadores, acaba siendo una pesadilla.

Aunque en algunas instituciones ya se han buscado soluciones, algunas con desarrollos propios y otras contratando aplicaciones comerciales, sigue habiendo muchos huecos, sigue existiendo la necesidad de una solución más amplia.

Al ser la actualización de las publicaciones el mayor escollo con el que nos encontramos, la mirada se desvía hacia los bibliotecarios de cada institución, que son los verdaderos especialistas, los profesionales que pueden abordar con garantía de éxito el tratamiento y actualización de las mismas.

Aquí nos volvemos a encontrar con una actividad que entra dentro de las tablas de salvación de los bibliotecarios cuando se trata de reconvertir sus esfuerzos: colaborar con el mantenimiento actualizado del portal de la investigación de la institución a la que pertenece la biblioteca.
Y aquí también nos encontramos con una actividad que se presta a la cooperación bibliotecaria. De entrada, pudiera parecer lo contrario, porque una biblioteca puede pensar que “no hay nada más mío que la producción científica de mis investigadores”, y, si es así, ¿dónde encaja la cooperación? Ahora lo veremos, pero guarda relación con la nueva apuesta que estamos haciendo: un portal de la investigación de cada institución elaborado de manera colaborativa entre diversas bibliotecas.

A partir de este nuevo proyecto podemos dar cumplimiento al deseo de muchos investigadores de humanidades y ciencias sociales que acuden a Dialnet solicitando que se les complete su perfil curricular (en algunos casos, les permitiremos a ellos mismos llevar a cabo esa tarea), es decir estamos sentando las bases de lo que será un Dialnet renovado, un nuevo Dialnet. Pero, además, podemos presentar igual de completos los perfiles curriculares de los investigadores de ciencia, tecnología y biomedicina, que en el actual Dialnet, lógicamente, tienen una presencia testimonial.

Portal de la investigación de la Universidad de La Rioja https://investigacion.unirioja.es/

Portal de la investigación de la Universidad de La Rioja
https://investigacion.unirioja.es/

Este proyecto sigue la misma dinámica que ha seguido Dialnet desde el principio: solucionar problemas locales (el primer portal estuvo destinado a la Universidad de La Rioja), pero con la perspectiva de solucionar esos problemas en cualquier institución que desarrolle actividades de I+D+i. Y la propuesta es hacerlo en un entorno de cooperación bibliotecaria, trabajando en la nube, en una única base de datos documental.

Hay que tener en cuenta que en más de la mitad de las publicaciones científico-tecnológicas y biomédicas participan investigadores de más de una institución española, lo que nos puede dar una idea de la importancia que puede jugar la cooperación a la hora de evitarnos duplicidad de tareas de descripción y análisis de los contenidos de estas publicaciones.

Además, es cada vez más frecuente que un investigador participe en más de una institución con actividades de I+D+i, y no es infrecuente que los investigadores cambien de institución: nuestro modelo les evita tener que repetir lo que ya tenían hecho y les evita “volver a empezar”. Además les hemos preguntado, y nuestro modelo les “mola”.

Este modelo de portal en la nube permitiría despejar cualquier duda respecto al futuro incierto de las bibliotecas universitarias, dado que, los bibliotecarios no sólo estarían en el epicentro de la solución de un importante problema con el que se encuentran todas las universidades (y muchas más instituciones), sino que, además, si fueran capaces de conformar un entorno colaborativo amplio, sentarían las bases de un ambicioso proyecto a nivel nacional. Aunque pueda parecer lo contrario, la elaboración de un proyecto nacional de este tipo es relativamente sencilla y tremendamente eficiente, pero para su construcción es imprescindible el concurso decidido de las bibliotecas.

Ahora que me doy cuenta, estamos diciendo que las bibliotecas son imprescindibles… de manera que esos temores iniciales acerca del futuro de las bibliotecas pueden carecer de fundamento: ¡Tenemos bibliotecas académicas y especializadas para rato!

Pero esto no es todo, amigos. Hay otros proyectos que, basándose en los contenidos que hay en Dialnet, se podrían abordar en un entorno de cooperación bibliotecaria, y además una cooperación bibliotecaria aún más amplia, porque las bibliotecas públicas y las bibliotecas de entidades no académicas, sumando esfuerzos, pueden abrir horizontes inimaginables…

Evidentemente hay muchas más soluciones para la reinvención de las bibliotecas más allá de Dialnet, faltaría más. Pero los lectores que han llegado hasta aquí tienen que comprender que mi análisis debe centrarse en el mundo que mejor conozco, dando pie a los demás a que formulen otras muchas aportaciones. Eso sí, por favor, que muchas de esas soluciones contemplen la cooperación: la cooperación es uno de los mejores antídotos a las amenazas de crisis que se ciernen sobre nuestro querido entorno profesional.